domingo, 11 de octubre de 2009

Memorias de Moribia: Puesto de vigilancia - "este horrible desierto"

Día uno:

Hace más de 30 horas que el sol está demasiado fuerte. Nuestra cacería está echándose a perder. La temperatura roza los sesenta grados y es muy difícil mantenerse en guardia.

Comenzamos a comer las sobras de lo que había quedado de los seis disonaurios que pudimos "atropellar" en el camino a Moribia, siempre y cuando "atropellar" signifique atravesar a esas ratas con un cartucho de recortada a doce centímetros de sus ojos.

Luego de mi turno me desmayé en el piso y no recuerdo más nada, solo la horrenda sensación de ese sabor a plástico que me invade cada vez que terminan las "épocas de sangre".

Cada ciclo terrestre nos permite tener una estación a la año donde las temperaturas bajan, lo llamamos "épocas de sangre”. Es el único momento en que la tierra brinda la poca vida de la cual podemos nutrirnos. Porque es el momento en que se decide quien superará el próximo ciclo...

Cada año es más difícil. Hay menos disonaurios y las temperaturas son más hostiles. Cuando llega el final del ciclo es más difícil sobrevivir, morimos creyendo que llegaremos al próximo, morimos sabiendo que no hay futuro.

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